Pastor Ariel Romero López Blog
EL MÁS GRANDE Y SUFICIENTE SACRIFICIO
Una de las verdades mas hermosas y liberadoras que puede llegar a escuchar el ser humano es que Jesús haya pagado ya el precio completo necesario para cubrir su deuda espiritual del pecado, y que por medio de esa ofrenda cuando cree él puede recibir la salvación eterna gratuitamente, y que este regalo de amor le une a Dios y le exime para siempre de la condenación espiritual y del juicio eterno. “Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Heb.10:12,14).
No hay duda ni cuestionamiento: Ya no se necesitan más sacrificios de ninguna índole para ser aceptados ante Dios, porque por Cristo ya fuimos salvados por completo: “Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Ef.1:6).
En esta luz, cuando la Biblia nos habla de los “sacrificios” que el creyente ofrece a Dios se refiere a los actos de obediencia que entrega por puro agradecimiento. No son acciones que hace para ”ganarse la salvación” o el amor de Dios, en primer lugar porque nunca podría, y en segundo lugar porque demostraría con esto que de plano no ha entendido el Evangelio. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef.2:8-10).
En el Antiguo Testamento, especialmente en el Pentateuco, se estableció un sistema de sacrificios para expiar los pecados y pedir perdón por los errores, así como para restituir la paz al alma, restaurando la comunión con Dios. Pero, ahora en el Nuevo Testamento, en este sistema espiritual actual en el que Dios recibe al hombre por gracia, los sacrificios que ofrecemos son respuestas voluntarias que damos por amor.
Es un hecho, pues, que ya no debemos presentar sacrificios por los pecados, ni para obtener la salvación o el favor del Señor, porque de esto precisamente se encargó Cristo en la cruz del Calvario. Sin embargo, sí podemos presentar “sacrificio de adoradores” como hijos de Dios, quienes le rendimos culto y alabanza. “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Heb.9:14).
LOS SACRIFICIOS MÁS EXCELENTES DEL CREYENTE
Debo recordar que antes que ser un ministro soy primeramente un sencillo creyente, y debo servirle y adorarle como tal, como un hijo que disfruta alegrar y servir a su Padre. En esta actitud debo presentar mi “entrega” al Padre constantemente.
Pero, ¿qué sacrificios debo presentar al Señor, y cómo aún mi forma de vida puede constituirse una ofrenda hacia él?
La vida cristiana es una vida sacrificada, pues hay muchas cosas que entregar como seguidores de Jesús. Aunque las obras no son para “llegar a ser cristiano”, los cristianos sí debemos vivir como tales. Ser discípulo implica dejar muchas cosas, amistades, costumbres, tradiciones, pensamientos, palabras… y en algunas culturas hasta dejar la familia al momento de la conversión. Todo eso involucra un gran sacrificio inicial desde el comienzo de la vida cristiana. “Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros” (Mr.10:29-31).
Sin embargo, desde el punto de vista de la práctica cristiana diaria, hay una serie de sacrificios que como hijos podemos y debemos ofrecer ante el Señor. ¿Cuáles serían los ofrecimiento propios del Nuevo Testamento con que podemos honrar su Nombre?
- Sacrificios de Oración. “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mt.6:6). “¿Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mt.26:41).
- Sacrificios de Alabanza. “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” (Heb.13:15).
- Sacrificios de Arrepentimiento. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (I Jn.1:9). “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt.6:11,12).
- Sacrificios de Santidad. “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia” (Rom.6:12,13). “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (II Cor.7:1). “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom.12:2).
- Sacrificios de Amor. “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (I Cor.13:7). “También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos” (I Tes.5:14). “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Heb.13:16). “Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano” (I Cor.8:13).
- Sacrificios Monetarios. “Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil.4:18,19). “Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra… Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura” (Mt.26:10,12). “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal.3:10).
- Sacrificios de Servicio. “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros” (Ef.2:17). “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos” (II Cor.12:15).
- Sacrificios de Tiempo a Dios. (A) Para estar en Su casa: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Heb.10:25). “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer (Lc.4:16). (B) Para Estudiar Su Palabra: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn.5:39). “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hch.17:11). – “Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo” (Col.4:5). “Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Ef.5:16).
- Sacrificio de la Voluntad. “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc.22:42).
Actualmente, hay muchísimos cristianos que ya no tienen un sistema de adoración, pues esquivan a toda costa toda obligación o sacrificio, mal entendiendo la gracia, salvos pero no adoradores, olvidando lo que dijo el Señor a la Mujer Samaritana, que el Padre busca adoradores que le adoren “en espíritu y en verdad” (Jn.4:24).
EL SACRIFICIO MÁS DESEADO POR DIOS
Al final, lo que el Señor más disfruta de nosotros es nuestra adoración… mas que las acciones, la rendición de nuestras personas. Él quiere que le presentemos es nuestro ser entero, nuestro corazón.
¿Ya lo hemos hecho?
Esto es precisamente lo que Él nos muestra en su Palabra.
“Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte” (Ex.32:2).
“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Dt.6:5).
“Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré” (Sal.5:3).
“Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos” (Pr.23:26).
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom.12:1,2).
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (I Tes.5:23).
Autor
(C) 2025
Ministerio Vino y Aceite Internacional





