PELEANDO MI BENDICIÓN

“No te dejaré, si no me bendices” (Gen.32:26). Estas fueron las palabras con la que Jacob desafió a un ángel que le apareció una noche. La historia de lo sucedido allí nos enseña a “arrebatar” las bendiciones que Dios nos concede.

La historia bíblica cuenta que: “Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices” (Gen.32:24-26).

¿Cuál fue el resultado de esa historia? “Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí” (Gen.2:28,29).

Muchos creyentes aún no han hecho el “retiro” de los beneficios que Cristo ya “depositó” a favor en su “estado de cuenta” espiritual.

ARREBATANDO LO YA CONQUISTADO

Pelear por la bendición no significa que estamos “comprando” nuestras bendiciones. En realidad, éstas ya están 100% pagadas en la cruz del Calvario. Como dijo Pablo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef.1:3). Luego, San Pedro también dijo: “Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (II Pe.1:3).

Nuestra conquista más bien consiste en avanzar hacia el pleno disfrute de lo que por derecho nos pertenece como hijos.

Para el creyente, “pelear su bendición” es algo así como lo que experimentó el pueblo de Israel cuando aún no había “conquistado” la tierra prometida: Dios ya se las había entregado 100%, pero sin embargo ellos debían luchas para tomarla.

Hay un versículo en el que Dios les dice: “Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés todo lugar” (Jos.1:3a). ¡Esta fue la parte que hizo Dios! Pero también luego dice “que pisare la planta de vuestro pie”. ¡Esta fue la parte que les tocó a ellos hacer” (Jos.1:3b).

DESCRIBIENDO LA BATALLA DEL CREYENTE

¿En qué aspectos de la vida cristiana experimentamos esta batalla espiritual?

En primera, es una lucha en contra de varios cosas de las que tenemos qué deshacernos. Por lo menos cinco:

  1. Es una batalla contra del diablo, que se opone a nuestras bendiciones. De esta batalla habla el propio apóstol Pablo, cuando escribió: “Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles” (Rom.1:13).
  2. Es una batalla contra los espíritus engañadores que atacan nuestra fe: “Todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”(I Jn.4:4).
  3. Es una batalla por el control de nuestras emociones, que pueden llegar a interponerse: “Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (II Cor.2:10,11).
  4. Es una pelea contra los deseos de nuestro propio corazón: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos” (Sal.19:12).
  5. Es una pelea contra los deseos de nuestra carne: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gal.5:13).

Luego, pelear nuestra bendición consiste también en esforzarnos por adquirir y conseguir varias cosas importantes. Por lo menos cinco:

  1. Pelea por tu fruto espiritual: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe” (Gal.5:22). “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil.2:5).
  2. Pelea por tu familia, y por tus hijos: “El te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa” (Hch.11:14). “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch.16:31). “Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos” (Is.54:13).
  3. Pelea por una larga vida: “Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días; por generación de generaciones son tus años” (Sal.102:24).
  4. Pelea por ser útil en el propósito de Dios: “El Señor le dijo: Ve, Porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hch.9:15). “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (II Tim.4:5).
  5. Pelea para ganar en la carrera de la vida: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn.16:33). “Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala” (I Pe.3:10,11).

CÓMO SE HACE ESTA GUERRA

Esto no es solo de pelear y pelear “sin ton ni son”. Hay que saber pelear. “Porque con ingenio harás la guerra, y en la multitud de consejeros está la victoria” (Pr.24:6). “Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra” (Sal.144:1). “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire” (I Cor.9:26).

He aquí los pormenores necesarios para realizar una buena faena militar:

  1. Peleamos esta batalla en la mente: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (II Cor.10:3-5).
  2. Peleamos esa batalla creyendo: La batalla espiritual, pues, no es una lucha por “alcanzar” la libertad. En Cristo ya somos legalmente libres, pero debemos “tomarla” como tal. Así, pues, la libertad no solo hay qué tenerla por derecho; hay que vivirla y disfrutarla. “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gal.5:1).
  3. Peleamos levantándonos para caminar hacia adelante: ¿ESTO SE TRATA DE LUCHAR DELANTE DE DIOS O DELANTE DEL ENEMIGO? Nuestra lucha tiene dos aspectos: En cierto momento hablamos al cielo, y en otro momento hablamos al infierno. TU PRIMERO RUEGAS HUMILLADO DELANTE DIOS, PERO LUEGO TE LEVANTAS CON AUTORIDAD ANTE EL ENEMIGO.
  4. Peleamos con la insistencia: A veces parece que estamos luchando “contra Dios”, o como si Dios “estuviera peleando en nuestra contra”. Pero esto no es así. Dios no está en contra del cristiano. En realidad “luchar con el ángel” es “arrebatarle” la bendición que trae con él, es “no soltarlo”, es “aprovechar la oportunidad de tenerlo enfrente”, sabiendo que fue Dios quien (en primer lugar) nos pone esa oportunidad, para ver si la queremos… porque increíblemente, hay personas que no quieren luchar. Ellos también podrían pedir, pero sin embargo no lo hacen. “No tenéis lo que deseáis, porque no pedís” (St.4:2).
  5. Peleamos aprovechando los momentos de oportunidad que Dios hace pasar delante de nosotros. “Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos” (Ecl.9:11). “Si fueres flojo en el día de trabajo, tu fuerza será reducida” (Pr.24:10).
  6. Peleamos reclamando oralmente y con viva voz: Las palabras que hablamos son un medio de intervenir en las circunstancias invisibles, para luego ver el resultado de ellas en lo visible y tangible. “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Mr.11:23).
  7. Peleamos de rodillas en oración: Al final, después de un tiempo de lucha en oración, despiertas a un nuevo día con una gran confianza para enfrentarte a lo que sea que venga: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt.6:6,9,10).

JESÚS: MI EJEMPLO GUERRERO

Jesús luchaba sus bendiciones, y por esto fue tan victorioso. Por ejemplo, “en aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios” (Lc.6:12). Luego sus discípulos le dijeron: “Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos” (Lc.11:1). “En otra ocasión, se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle” (Lc.22:41-43).

DEFENDIENDO LO QUE TENEMOS

La batalla tiene qué ver más bien con “defender” lo que ya nos ha sido concedido. La pelea es por descubrir lo que ya tenemos.

Por esto decía San Pablo: “No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza” (Ef.1:16.19).

YO TAMBIÉN oro esto para ti, querido amigo.

Sobre mi

(c) 2025

5 comentarios

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  1. Excelente Enseñanza para aprender a contra que es nuestra lucha y batalla y además saber que ya tenemos una ahorro solo es saber disponer de el .!!!!

  2. Pas ,me gozo en ver el corazon de usted de que esta luchando , por la vision de las 1000 iglesias, tambien es un gran ejemplo de lucha y percistencia , ya tenemos las 1000 iglesias Dios ya nos las dio , amen

  3. 🥹 Ho Dios mío, este mes también me está pegando duro en el corazón, espíritu y Alma. Gracias a Dios por ser tan bueno y ponerte esto en ti para traernos a su iglesia pastor. Gracias de verdad gracias. Estoy disfrutando tanto esta palabra. Dios revelándose a mi más y más por medio de este tema.