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SIEMBRA Y COSECHA - Por Ariel Romero

La Biblia nos dice que “hay un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar” (Ecl.3:2). Dios nos dio el poder del principio de la siembra para lograr cambiar el resultado final de nuestras experiencias de vida, y aún trascender a la eternidad.

  • En la familia.

  • En las relaciones.

  • En nuestro ministerio.

  • En nuestra vejez.

  • En nuestro hijos.

  • En nuestra salud.

  • En nuestra economía.

  • Etc.


UNA LEY INEVITABLE

La siembra y la cosecha es una ley inexorable e inescapable, que siempre se cumple, una y otra vez, ¡tan imparable que es imposible de detener!

  • Se cumple en la naturaleza física material, como dice en Génesis 8:22: “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche”.

  • Se cumple en la naturaleza moral y espiritual, como dice Pablo en Gálatas 6:7-9: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos".

Pocas cosas en la vida son tan ciertas, inevitables, universales y visibles como esta sobre la vida de los hombres.


¿MALAS O BUENAS SEMILLAS?

Debemos analizar, pues, cómo está nuestra siembra actual, para así poder ajustar entonces lo que estamos haciendo, y poder evitar el dolor y las malas consecuencias.

La Biblia habla de la mala siembra, por ejemplo, cuando dijo el Rey Salomón a un tal Simei: “Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; el Señor, pues, ha hecho volver el mal sobre tu cabeza” (I Rey.2:44). Sin embargo, también la Biblia habla de buena semilla que podemos sembrar para cosechar bien: “El Señor me ha premiado conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado” (II Sam.22:21).

Piensa: ¿Qué estás sembrando para cosechar las cosas buenas de la vida que Dios diseñó para ti?


DIOS Y LA LEY DE SIEMBRA Y COSECHA

Dios es un Padre bueno, que desea buenas cosechas para nosotros y quiere que nos gocemos con su bendición, porque su anhelo es derramar sobre nosotros sus muestras de amor. Dice la Biblia: “Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega (o la cosecha), como se gozan cuando reparten despojos” (Is.9:3).

Hay algunas cosas que la ley de la siembra y la cosecha nos enseñan acerca de Dios, de su carácter y de su su voluntad perfecta, entre ellas las siguientes:

  1. DIOS ESPERA UNA BUENA SIEMBRA DE NOSOTROS. Dios espera que sembremos bien, por ejemplo como dice en Lucas 19:22,23: “Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?”

  2. DIOS SE PLACE EN BRINDARNOS BUENAS SEMILLAS. Dios puede proveer semilla de bendición a todo aquel que desee ser un buen sembrador, pero no desperdiciará su semilla con personas que no la quieran usar, o que la usarían mal. Dijo San Pablo que “el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios” (II Cor.9:10,11).

  3. DIOS ES LA FUENTE DE TODA SIEMBRA DE TODA CONSECHA. Finalmente, es Dios a quien debemos honrar con nuestras mejores siembras, porque la seguridad de nuestras cosechas viene solo de parte de él. Hagámoslo. No seamos como aquellos que “no dijeron en su corazón: Temamos ahora al Señor Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su tiempo, y nos guarda los tiempos establecidos de la siega” (Jer.5:24).

Dios es, pues, el autor de las cosechas. “Bienaventurado todo aquel que teme al Señor, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien” (Sal.128:1,2).


ÁREAS DE SIEMBRA Y DE COSECHA

La ley de la siembra y la cosecha tiene aplicación en toda las áreas de las vida, de hecho. En la Biblia se nos especifican varios aspectos en las cuales debemos poner especial atención:

  1. EL AMOR A DIOS: En primer lugar, una siembra necesaria en nuestras vidas es reconocimiento y el respeto a Dios. Siempre nos irá bien cuando le honremos, como él lo prometió desde los Diez Mandamientos: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Ex.20:4-6). Además, él nos promete diciendo: “Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación” (Sal.91:14-16). También dijo Salomón: “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor del Señor” (Pr.22:4). Aún Pedro nos exhorta diciendo: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hch.3:19).

  2. LAS PALABRAS: La semilla que sembramos a veces consiste en las palabras que decimos, y en la forma en que le hablamos a los demás: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mt.12:37). ¡Cuidemos qué tipo de siembra estamos haciendo en los demás, porque así serán sus resultados.

  3. LAS ACCIONES: La semilla que sembramos pueden ser también las acciones que hacemos y la conducta que llevamos. Por esto el profeta Oseas nos exhorta: “Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el tiempo de buscar al Señor, hasta que venga y os enseñe justicia” (Os.10:12). Luego Pedro nos recuerda que “el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño” (I Pe.3:10).

  4. LA FAMILIA: Otro aspecto en el cual hay qué sembrar bien es la honra debida a nuestras familias, en todas nuestras relaciones; por ejemplo, ese respeto y servicio hacia nuestros conlleva una promesa poderosa: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (Ef.6:2,3).

  5. LAS OFRENDAS MATERIALES: Todos deberíamos convertirnos en sembradores materiales que impulsan el reino de Dios en la tierra. En la Biblia tenemos múltiples casos de personas que, bajo la bendición de Dios, sembraron con fe y cosecharon grandes cosechas; por ejemplo, “sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo el Señor” (Gen.26:12). Ya en su momento escribió el sabio Salomón: “Honra al Señor con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (P.3:9,10). Pero siempre “hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza” (Pr.11:24). Por esto, Jesús dijo: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lc.6:38). “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará” (II Cor.9:6).

  6. EL EVANGELISMO: Hacer buenas siembras es compartir las Buenas Nuevas de salvación a los demás, de una u otra forma, según nuestro estilo u oportunidad. Jesús lo dijo al reclamar: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores” (Jn.4:35-38). Siempre habrá quien aproveche la Palabra y la arrebate: “El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno” (Lc.8:5-8). Jesús “decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc.10:2).

  7. EL MINISTERIO Y EL TRABAJO EN LA OBRA DE DIOS: Una maravillosa forma de sembrar para un futuro de bien es aportar tiempo y talento en la obra de nuestro Dios. Pablo decía: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica” (I Cor.3:6-10). Involucrémonos más en la casa de Dios y en los proyectos que bendicen vidas expandiendo su reino, porque Dios bendecirá nuestros esfuerzos: “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna” (Mt.19:29).

REQUISITOS PARA LA COSECHA

Ahora bien, ¿cuáles serías los requerimientos necesarios para obtener una buena y abundante cosecha en la vida? Hay cuatro pasos:

  1. PRIORIDADES: Poner a Dios primero en todo es lo más seguro. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt.6:33).

  2. CAMBIOS. En segundo lugar, si tu siembra de vida fue mala, debes aprovechar la oportunidad que Dios te da para cambiar tu semilla... y si cambias tu semilla cambiarás tu cosecha. “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Ef.4:28). “Vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Rom.13:14).

  3. PREVISIONES: En tercera, necesitamos trabajar y hacer nuestra parte con tiempo: “El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará” (Pr.20:4). “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento” (Pr.6:6-8).

  4. SACRIFICIOS. En cuarto lugar, se necesitan permanencia y paciencia para ver llegar las cosechas: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (Sal.126:6). “El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero” (II Tim.2:6). “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía” (St.5:7). “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gal.6:9).


RESULTADO DE ABUNDANCIA

Cuando has cosechado abundantemente, te sobra para dar y repartir. De hecho, serás tan bendecido que hasta debes cuidar tu corazón de no retener tanto que no desees compartir la compartir la bendición: “Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga el Señor tu Dios en toda obra de tus manos. Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda” (Dt.24:19-21).

En resumen, recuerda:

  • Cuando eres una personas de siembra, Dios se encargará de tus cosechas.

  • Solo hay una forma de cambiar tus resultados: Cambiar tu semilla que estás sembrando.

  • No podremos culpar a Dios o a alguien por la clase de vida que tendremos en el futuro. El cambio comienza cuando nos hacemos responsables por nuestros resultados.


Con amor,

ARIEL ROMERO LÓPEZ

(C) 2024 Ministerio Vino y Aceite


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36 VERSÍCULOS BÍBLICOS ACERCA DE LA SIEMBRA Y LA COSECHA:

Gen.8:22

Gen.26:12

Ex.20:4-6

Dt.24:19-21

II Sam.22:21

I Rey.2:44

Sal.91:14-16

Sal.126:6

Sal.128:1,2

Pr.6:6-8

Pr.19:17

Pr.20:4

Pr.22:4

Is.9:3

Jer.5:24

Os.10:12

Mt.6:33

Mt.12:37

Jn.4:35-38

Lc.6:38

Lc.8:5-8

Lc.10:2

Lc.19:22,23

Hch.3:19

Rom.13:14

Gal.6:7-9

Ef.4:28

Ef.6:2,3

I Co.3:6-10

II Cor.9:6

II Cor.10:10,11

II Tim.2:3,6

St.5:7

I Pe.3:10




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