top of page

RECOMPENSA COMPLETA

“Cuídense, para que no pierdan el fruto de su trabajo, sino que reciban galardón completo”, dijo el apóstol San Juan a los creyentes en su Segunda Carta (II Jn.1:8, ARL).

Y así es: El anhelo del apóstol (¡y de Dios!) era “galardón completo”, o sea “recompensa plena”, o como dicen otra versiones bíblicas, “abundante recompensa”, en el sentido de recibir íntegramente la paga o el premio merecido.

Hay muchas personas que dejan de alcanzar el pleno disfrute del fruto de sus propios esfuerzos anteriores… ¡solo por no continuar con “la misma solicitud hasta el fin”! (Heb.6:11), solo por quedarse “estacionados” en algún punto de la jornada.

Este versículo quiere decirnos algo: La fe en Dios trae grandes dividendos; pero el luchar y permanecer continuamente en la verdad es lo que nos bendice plenamente.


LA NECESIDAD DE “UN SEGUNDO AIRE”

San Juan (en esas palabras) nos anima a anhelar ese “galardón completo” de los esfuerzos que hayamos realizado por amar a Dios y por servir en su obra. Lo contrario a esto sería decidir quedarse “a la mitad del camino”, obteniendo así solo una porción de todo lo que Él reservó para nosotros.

Las palabras del apóstol son como decirnos: -Si ya has luchado tanto hasta ahora, ¿por qué no completar lo que empezaste y lo que Dios te encargó, para que así hagas valer todo lo que ya te esforzaste?-

Hermano: Tu “segundo aire” debe ser tan fuerte y tan decidido que le haga justicia a “la furia” con la que empezaste al principio de tu carrera cristiana.


RETADOS A LLEGAR "CON GLORIA"

Contrario a lo que la gente cree, Dios no solo quiere que le brindemos reconocimiento, sino que también Él nos lo brinda a nosotros. Quiero que sepas que Dios sí reconoce todo lo que te has esforzado hasta aquí, pero no solo por permanecer en él, ser un creyente fiel, por guardarte en pureza y procurar la justicia, pero también por luchar por tu vida, por tu familia, por sacar adelante a los tuyos, por hacerte fuerte, por perdonar… por hacer lo que es correcto, por levantarte de los problemas…. ¡y por servir a los demás!

¡Es por esto, precisamente, que nos inspira a seguirnos esforzando hasta terminar, para que disfrutemos la ganancia de lo invertido!

Así lo testifican estos textos:

“Asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado” (Fil.2:16).

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (Fil.3:2).

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. (Yo) que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (I Cor.9:24,27).

“Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado” (Heb.4:1).

"Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza" (Heb.6:10,11).

“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón” (Heb.10:35).

“Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Heb.12:3).

Como vemos, la fe puede llegar a debilitarse, y el alma puede llegar a cansarse. Sin embargo, si la exigencia de Dios nos es dada también así mismo la gracia divina para retomar y renovarse constantemente. ¡Aleluya!


COMENZAR, PERO PERMANECER… Y LLEGAR

El contexto de Carta en la que se encuentra esta exhortación es revelador. Se refiere a no desviarnos de la fe cristiana que nos hizo llegar a Dios por medio de la fe en Cristo. En ese momento de la historia, “muchos engañadores habían salido por el mundo, que no confesaban que Jesucristo había venido en carne” (1:7). Se trataba de “permanecer en la verdad” (1:2), y de “no recibir” a quien no traía “esta doctrina” (1:10).

Muchos de los cristianos lectores de esta Epístola habían sufrido muchas penurias por defender la verdad anteriormente, y sin embargo después de un tiempo dejaron de ser celosos como antes y valientes para guardar la verdad “cuidándose” del error.

Similarmente y en el mismo tenor, a los creyentes de la Iglesia en Galacia fue dicho por San Pablo: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. ¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?” (Gal.1:6; 3:1; 5:7).

Y ahora en nuestros días, tal como en el tiempo de Jesús, muchos comenzaron bien en los caminos de Dios, para luego apartarse y perder todo lo logrado. “Y Jesús dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lc.9:62).


¿POR QUÉ PODRÍAS NO ALCANZAR TU PLENITUD?

No es fácil avanzar, y por esto no todos llegan bien al final. Muchas personas, por ejemplo, lucharon muy fuerte en su fe durante mucho tiempo, ¡y aun durante largos años!, pero al final ralentizaron sus pasos.

¿Por cuáles cosas podríamos dejar de alcanzar esa “recompensa completa”? Los peores enemigos de tu retribución final son: el conformismo, el cansancio y la decepción, y de ellos debes cuidarte para no perderla.

  • Conformismo.  El conformismo es no dar el ancho, no dar nuestro 100%. Esta actitud “nos dice” que ya no importa cómo lleguemos sino solo llegar, que “peor es nada” y que por “lo menos lo intentamos”. El conformismo se da cuando perdemos las ganas y la motivación, cuando permitimos modificar nuestros intereses, y cuando dejamos de pagar el precio envolviéndonos en otras cosas.

  • Cansancio. El cansancio se presenta cuando sentimos que la energía mental, física y espiritual se nos ha agotado. También es cuando el nivel del poder de Dios en que nos movíamos antes lo dejamos morir, y se nos fue apagando la pasión. El cansancio nos dice que dependemos de nuestras fuerzas y no de las de Dios, que ya no podemos porque ya hemos luchado demasiado, que ya “no es justo” que batallemos tanto, que merecemos descansar.

  • Decepción. La decepción llega cuando somos impedidos por el mal ejemplo de otros o la injusticia , así como el mal agradecimiento, cosas que nos han dejado un sentimiento de pérdida personal, ya no de corazón de servir e invertir en el Reino. La decepción se siente como un resentimiento en relación a que nadie reconoce nuestro trabajo, que otros solo se han aprovechado de nosotros, o que nadie ha valorado lo que hemos hecho por ellos.


LA RECOMPENSA DE TUS ESFUERZOS

Lo triste de la condición de quien se rinde es que nos solo deja de alcanzar lo prometido por Dios, sino también deja de recibir la paga por sus propios esfuerzos anteriores.

El versículo en cuestión exhorta a mirar por nosotros mismos y tener cuidado, estando alertas “para que no perdamos las cosas que hemos obrado” (JBS), para “que no se pierda el fruto de nuestro trabajo” (NBV), “para que no se eche a perder todo lo bueno que hemos hecho”, tanto nosotros por la obra como la obra de otros en nosotros (TLA). Debemos estar alertas, para no perder “lo que hemos logrado” (II Jn.8 LBLA)... “porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo” (II Cor.5:10). Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (I Cor.3:8,14,15).

Tu ambición en la vida debe ser: ¡Quiero completar la obra que Dios me dio para hacer en esta tierra!


EL CONSEJO QUE DESAFÍA A AVANZAR

¡Escucha bien nuevamente el consejo de Juan! “Tengan cuidado de no perder lo que hemos logrado con tanto trabajo. Sean diligentes para que reciban una recompensa completa” (II Jn.1:8 NTV).

Obtén tu galardón entero, el justo resultado de tu labor. No te conformes con “la mitad” de lo que Dios tiene para ti. Haz comenzado a subir una escalera, y estás más próximo que antes a alcanzar tu destino. Recuerda todo lo que has sembrado, y valora todo lo que ya te esforzaste. ¡Dios sí lo valora! Y por eso te exhorta a continuar lo empezado, continuando apasionado por Él y siendo diligente en su Reino.

Cuando tus fuerzas se han desgastado por la lucha, pide a Dios que te renueve. Él es el que “sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila” (Sal.103:5).

Muchos se quedaron para siempre en la iglesia, pero lejos del involucramiento que antes tenían con la obra de Dios.

Analiza:

¿Eras más “luchador” antes que ahora?

¿Eres tan atrevido, soñador y esforzado como lo eras antes?

¿Eres tan amoroso y sembrador como lo eras antes?

¿Evitas toda tentación y te centras solo en la perspectiva de la eternidad?

Escucha: Aunque hayas tenido un mal comienzo en la vida, o te hayas cansado en el camino, o hayas cometido errores y tengas remordimientos, ¡aún así puedes terminar bien!

Recuerda: No es suficiente comenzar ni haber corrido bien, sino terminar la carrera… y a este punto de tu vida, es mas importante terminar bien que haber empezado bien.

Tenemos un tremendo este desafío, de anhelar y adquirir nuestra recompensa completa. “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero. Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio,  en el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; mas la palabra de Dios no está presa. Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna. Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él”

(II Tim.2:3-13).


Por Ariel Romero López

(c) 2024


Commenti


bottom of page