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LA PROTECCION DE TU CASA

EL FIEL CUIDADO DIVINO SOBRE NUESTRA MORADA

     ¿Podrá Dios proteger completamente nuestras casas? ¿Se interesará Dios de nuestro hogar y del edificio en el que vivimos? ¿Qué tan segura es la protección de Dios en cuanto al lugar que consideramos nuestra morada? ¿Habrá promesas específicas y claras de Dios de las cuales podamos tomarnos y vivir confiados? Gracias a Dios que la respuesta a todas estas preguntas es SI. ¡Dios promete cuidar nuestra casa!

     ¿Has llegado a tu casa en alguna ocasión, solo para darte cuenta de que alguien ha intentado entrar en ella, o ha logrado hacerlo? Como es natural ante algo como esto, uno se siente preocupado y asustado, con todos los pensamientos que le vienen, aunados a ese sentimiento de impotencia y sabernos burlados; y aún después de que pasa una experiencia así, nos quedamos sin poder dormir e intranquilos. Pero, gracias a Dios, al proponernos a escudriñar las Escrituras encontramos algo de qué agarrarnos ante ese sentimiento de inseguridad, palabras que pueden a-quietarnos por completo ante el desasosiego. Así que, convencidos de que en la Biblia siempre encontramos la respuesta a todo lo que necesitamos, vayamos avanzando en su estudio mientras encontramos hermosas promesas específicas de Dios en cuanto al cuidado que El promete tener de nuestros hogares, palabras tan valiosas que nos inyecten fe y confianza en el amor protector y cuidado paternal de Dios.


¿QUÉ ES NUESTRA CASA?

     ¿Por qué razón será que impacta tanto en nuestros pensamientos y sentimientos el ver amenazada nuestra casa? Evidentemente porque significa mucho para nosotros y porque es un sitio realmente importante en nuestra vida. Podemos enumerar las siguientes cosas que nuestra habitación es para nosotros:

1. Nuestra casa es nuestro lugar personal. Es nuestro asentamiento privado, y el lugar donde realizamos nuestras actividades más íntimas. Como humanos, nos brinda cierta estabilidad saber que hay un lugar que podemos llamar “mi casa” o “donde yo vivo”, pues vayamos a donde vayamos, a ese lugar pertenecemos y recurriremos de nuevo.

2. Es un lugar de libertad, algo así como un pequeño mundo en que somos los reyes; el sitio donde somos nosotros mismos, sin las máscaras que nos ponemos durante el día. Esto nos hace sentir relajados de nuestras tensiones. Allí “yo soy yo” y no tengo qué quedar bien con nadie, ni alguien puede censurarme por eso, pues es mi casa.

3. Es un sitio de protección y seguridad, el lugar donde nos guarecemos del clima con sus inclemencias.

4. Es un lugar de comodidad. Allí llegamos a descansar y allí dormimos. Es un lugar donde estamos cómodos, o al menos tenemos la libertad de buscar esa comodidad.

5. Es un lugar familiar, pues allí viven nuestros seres queridos, para quienes deseamos siempre lo mejor. Allí criamos, protegemos y disfrutamos a nuestros hijos.

6. Es un lugar de riqueza pues, no importando la cantidad de nuestras posesiones, la casa es el lugar donde guardamos nuestras pertenencias, las cosas sobre las que tenemos y ejercemos derecho de usar y disponer. El conjunto de ellas posee un valor muy grande para nosotros como persona. Aún quien menos tiene, guarda en su casa las cosas que puede llamar “suyas”, mismas que le han costado tiempo, dinero y esfuerzo.

     Por favor note las palabras que he subrayado: Intimidad, libertad, protección, seguridad, comodidad, familia y riqueza. Todos estos son conceptos deseables y apetecibles, y tan imprescindibles para ser felices que todo ser humano los buscamos. No es sorpresa entonces que todos desarrollemos apreciación por nuestra casa, y que por esto sea tan desagradable cuando nuestra habitación peligra o es atacada. Precisamente por estas razones, por todo lo que este nos brinda, al ser violado nuestro lugar, no importando si es propio o alquilado, nos sentimos impotentes y temerosos. Esto es una reacción natural, pero también una situación que Dios entiende y para la que El ha provisto un remedio.


ATAQUES Y PELIGROS QUE PUEDEN SOBREVENIRNOS

     ¿De qué cosas estamos hablando claramente cuando decimos “ataques” sobre nuestra casa? ¿A qué cosas nos estamos refiriendo? Para vencerlas, debemos definirlas y hacer una lista de ellas para pedir al Señor acerca de ello, y pasar después a buscar en la Palabra de Dios sus promesas al respecto. Pensando en ello y tratando de ampliar nuestra mente lo más posible, encontramos que los peligros o ataques que le pueden suceder a nuestras casas o que pueden sucedernos en ella se pueden clasificar en cuatro tipos, a saber, domésticos, naturales, humanos y espirituales.

     Los peligros domésticos tienen qué ver con cosas que nos pueden pasar dentro de nuestro hogar durante el desarrollo de nuestras actividades normales, tales como quemaduras, sean por explosiones por fugas de gas, uso de cerillos, al cocinar o al tomar algo caliente, y otras relacionadas. También entran aquí los accidentes en los que podemos cortarnos, por ejemplo con los cuchillos que usamos o alguna navaja, o los accidentes en lo que nos golpeamos en alguna parte o con algún instrumento como los rastrillos, los azadones o algo que cargamos. También entran aquí las caídas que podemos sufrir y que pueden significar un peligro. Dios es Poderoso para protegernos de todas estas cosas, si le pedimos. Es nuestro Padre y podemos orar que nos mande ángeles que anticipen estos peligros y nos cuiden de ser dañados por ellos. Cuando me cambié de casa una vez, vi que tenía escaleras y barandales. Inmediatamente pedí a Dios que asignara ángeles especiales sobre estas partes de la casa para que cuidaran a todo el que los usara. Dios ha sido fiel desde entonces y ningún accidente ha ocurrido.

     Los peligros naturales tienen qué ver con situaciones de la naturaleza física o del clima. Las quemazones, las inundaciones, los temblores y terremotos, las tormentas fuertes con lluvias y viento, son cosas sobre las que a la vista humana no tenemos control. Mas según la Palabra de Dios, aún ante estas inclemencias de la naturaleza, el Señor puede proteger nuestras vidas y guardarnos.

     Los peligros humanos son principalmente el robo y todo tipo de violencia que puede causarnos algún extraño que entre en casa, sea para saquear nuestros bienes o dañarnos de algún modo vil, u otras cosas. El Señor tiene suficientes ángeles que pueden guardar los límites de las propiedades que tenemos en uso para que podamos gozar de una vida tranquila. Si alguno quisiera entrar a robarnos o violentarnos, Él tiene millones de formas de cómo hacer que no entren a nuestros hogares, sea que los distrajera, que hiciera pasar una patrulla, que les pusiera un dolor o enfermedad, y hasta los cegara o les atara literalmente las manos. También pudiera ponerles un miedo tan terrible encima que no los dejara hacernos mal y que los provocara a huir. Por otra parte les podría hacer ver un ángel con su espada afilada, y esto sería suficiente para que salieran corriendo de pavor al ver que esta es una casa diferente de otras que hayan robado. El Señor tiene a la mano millones de maneras de solucionar un problema, y si acaso se le agotaran, inmediatamente planea otro millón de formas. Mantengamos en mente que Dios es más poderoso que el hombre, y que si como sus hijos le pedimos, no nos negará esta bendición.

     Los ataques espirituales son a veces comunes en la vida de algunos cristianos. Sueños satánicos les abruman en los que el enemigo les amenaza con matarlos o hacerles mal. Por lo mismo, se les dificulta aún conciliar el sueño. Espíritus de miedo y hasta terror o pavor les amedrentan.

   Algunas veces, experiencias sobrenaturales vienen en que el diablo nos ataca directamente para dañarnos durante la noche y no podemos despertar con facilidad sino hasta que clamamos a Dios desde nuestra mente. Pero, gracias a Dios que para todo esto hay victoria, pues si nos sometemos a Dios y resistimos al diablo, no le queda otro remedio que huir (St.4:7). Solo se toma entregar al Señor toda área de nuestra vida y aprender a utilizar la autoridad que tenemos como hijos de Dios.

     Pero aunque nos enfrentamos a todos estos tipos de riesgos, tenemos una garantía, una promesa seria de del Señor acerca de su protección. A continuación veremos la lista de versículos que podemos creer que Dios cumplirá a nuestro favor, y que podemos reclamar y demandar como parte de nuestra herencia en Cristo Jesús, nuestro Salvador.


PROMESAS DE PROTECCIÓN SOBRE NUESTRAS CASAS

     ¿Qué dice la Palabra de Dios especialmente acerca del bienestar de nuestras casas? ¿Cuáles son las promesas que garantizan nuestra seguridad, la de nuestras posesiones y del edificio que Dios nos ha provisto como techo para resguardo?

     En Salmos 4:8 se nos dice: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré, porque solo tú, oh Jehová, me haces vivir confiado”. Mientras dormimos quedamos totalmente indefensos, pues no estamos conscientes de nuestros alrededores; mas no por esto quedamos desprotegidos, pues el Señor vigila nuestro bienestar. Podemos repetir esta oración cada noche antes de acostarnos. El miedo perderá su fuerza contra nosotros desde que usemos este texto. ¿Cuántas veces el enemigo te ha dicho que esa noche no vas a despertar, que vas a dejar de respirar o que mandará a matarte, que mejor ni te duermas? Repite cada noche las palabras de Salmos 3:5,6: “Yo me acosté, y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente que pusieren sitio contra mí”. Acuérdate que Dios está en control, y que por cuanto tú eres su hijo, El no va a permitir que alguien te tome dormido. Si El ocupa que te levantes y le ayudes a defenderte de un ladrón o malhechor, ten por seguro que te despertará a tiempo; y si no te despierta, es porque no está pasando nada o porque no te necesita para defenderte. Acuéstate y duerme tranquilo. Vive con confianza, pues Dios está contigo. También Proverbios 3:24 te asegura que “cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato”.

     Es importante no tener miedo de la oscuridad o de la noche. La Biblia dice en Salmos 91:5,6 que “no temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya”. Dios nunca duerme, sino que vela todo el tiempo por sus hijos, tal como lo dice Salmos 121:3,4: “No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel”. Recuerda que en el mundo espiritual no hay descanso, por lo que las promesas fieles de Dios tienen un efecto continuo sobre nosotros. Si es de día o es de noche, eso no cambia el amor y cuidado de Dios para con nosotros. El día y la noche son de esta creación, y a ella estamos sujetos nosotros, pero Dios no se sujeta a ella, como se nos aclara en Salmos 193:11,12 que dice: “Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán, aún la noche resplandecerá alrededor de mí. Aún las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz”.

     Así que, como vemos, la Biblia garantiza protección y resguardo en referencia directa a nuestras casas. ¿Quieres, pues, tener confianza de que Dios cuidará tu casa, tus pertenencias y a tus seres queridos de todo ataque o enfermedad? Mira lo que dice el Salmo 91:9,10: “Porque has puesto a Jehová que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada”.  Dios es un hombre de honor que sabe cumplir con su Palabra, y en su atributo de Dios fiel hace un rotundo compromiso de cuidarnos si andamos en el temor de Él: “Mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal” (Pr.1:33). “Ninguna adversidad acontecerá al justo; mas los impíos serán colmados de males” (Pr.12:21). “Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo” (Is.32:18). “Voz de júbilo y de salvación hay en las tiendas de los justos; la diestra de Jehová hace proezas” (Sal.118:15).

     Contra las tragedias, el Señor nos ha dado una promesa en Salmos 44:14,15 que dice: “Nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo; no tengamos asalto, ni qué hacer salida, ni grito de alarma en nuestras plazas. Bienaventurado el pueblo que tiene esto; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová”. Aquí se nos asegura que si Jehová es nuestro Dios, nosotros tenemos la bienaventuranza de vivir sin temor de malas noticias. Proverbios 3:25,26 dice: “No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina cuando viniere, porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso”.

     Y acerca del robo de las casas de los justos, la Biblia también tiene una palabra afirmativa: Proverbios 14:11 afirma: “La casa de los impíos será asolada; pero florecerá la tienda de los rectos”. Y aún advierte al ladrón: “Oh, impío, no aseches la tienda del justo, no saquees su cámara; porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; mas los impíos caerán en el mal” (Pr.24:15,16).

     Además de esto, existe también en la Biblia una oración especial para ser librados de peligros de violencia humana, esto es, de un ataque por parte de otras personas contra nuestra integridad física. Esta es el Salmo 59 que, aunque es muy extenso para ponerlo todo aquí, debemos repetirlo tantas veces como sea necesario para crear confianza y fe dentro de nuestro corazón.


FUNCIONAMIENTO DE LA PROTECCIÓN

     No ignoro el hecho de que muchos hijos de Dios han sufrido tragedias y percances en más de una ocasión, pero deseo hacerles saber que nunca debemos interpretar la Palabra de Dios conforme a nuestras circunstancias, sino nuestras circunstancias conforme a la Palabra de Dios. Dios nunca falla, nosotros somos los que fallamos. Cuando he visto que la perfecta protección de Dios no se ha manifestado completamente en algún creyente, casi siempre ha sido por una u otra de las siguientes razones:

·  Esa persona ignora todo lo que tiene en Cristo. Hay ignorancia en ella respecto a su posición y sus derechos como hijo de Dios. No ha sido instruido en confianza y fe, sino en duda y no sabe las promesas que le pertenecen.

·  Esa persona no ha hecho la parte que le corresponde a él como responsable de la casa en que vive para mantenerla segura hasta donde le es posible. Nosotros debemos hacer nuestra parte, y Dios va hacer la de Él sin fallar.

·  Esa persona se ha salido de la voluntad de Dios para su vida. Probablemente se ha apartado del Señor por completo, o tal vez solo ha querido salirse con la suya en algunas cosas. De cualquier modo, se dificulta que la protección de Dios tenga un completo efecto porque hay una puerta abierta al enemigo y existen consecuencias de cada acción que tomamos en esta vida.

·  Esa persona no está pagando el precio de buscar del Señor, estudiando, creyendo, apropiándose y viviendo las promesas de Dios en la suficiente medida. Se ha enfriado, ha dejado la oración y la Palabra, por lo que las promesas no están frescas en su mente y la fe no se encuentra en su mejor momento. Allí el enemigo se aprovecha de que el creyente no se ha cubierto desde hace un tiempo, y entonces le ataca por verle descuidado.

·  Esa persona está en medio de una guerra espiritual en contra de las tinieblas y lo que está recibiendo es el contraataque de los dardos del enemigo. En este caso, si los ataques tienen efecto es porque la persona no se ha preparado lo suficiente para esa guerra o no está dedicando el debido tiempo a la oración, a la meditación de la Palabra, a reclamar las promesas, a pedir mayores recursos de parte de Dios, a armarse para que no haya pérdida por causa de su servicio a Dios.

     En todo quiero dejar muy claro que DIOS ES FIEL, pues El no puede negarse a sí mismo. La fidelidad está en la misma fibra de su naturaleza. Si vamos a buscar una falla, busquémosla en nosotros, no en Dios. Y si algo estamos lamentando del pasado, creamos desde ahora en adelante sus promesas.

     Una cosa sí es clara: Para tener victoria es necesario pensar como un victorioso y llenar nuestro entendimiento de la Palabra de Dios para gozar de la tranquilidad que debe reinar en nuestra casa, revisando las cosas que metemos a nuestra mente. Esto juega un papel importantísimo, pues si vemos, por ejemplo, muchas  imágenes de violencia y sangre en la televisión, esto puede acrecentar el miedo y ser usado por Satanás para sugerir que tal como ha pasado a otros nos ocurrirá a nosotros. La renuencia a costumbres como esta ayudará a la liberación y la paz interior.


COMO UNGIR NUESTRA CASA

     Numerosas ocasiones he ungido mi casa con aceite, especialmente en tiempos de ataques espirituales continuos, de miedo y de amenazas por parte del diablo. Ya que el miedo es un arma del diablo, reprendo tanto a Satanás como al temor. Una ocasión de fuertes luchas mentales y espirituales, llamé a un pastor a que orara por mí en mi casa. Él pasó ungiendo todo el límite del terreno donde vivía, y cuando concluyó, oró un tiempo y me testificó que vio cuando millones y millones de ángeles descendían a cuidarme. Por demás está decir que eso confortó mi alma con aliento y paz. Unge tu casa, sus puertas y ventanas con aceite declarando con fe que Cristo es el Señor sobre tu hogar. Dile al diablo con autoridad y sin miedo que se vaya pronto de tu casa, y pídele a Dios que envíe ángeles guerreros con espadas afiladas a encadenarlo y herirlo para que escarmiente. Si te ha declarado guerra, guerréalo en respuesta. Repite que la sangre de Cristo cubre ahora toda tu casa.

     No debe darnos miedo al diablo ni vergüenza ante nuestra familia el que nos escuchen decir alguna noche que se ocupe, aún abriendo una ventana y señalando con el brazo hacia afuera si es necesario: “Satanás, en el Nombre de Jesús te mando: Sal fuera de esta casa ahora mismo. No tienes parte si suerte en este hogar porque Jesucristo reina aquí”. Si lo hacemos, la paz regresará al hogar mientras volvemos a dormir tranquilos. Unos discípulos dijeron al Señor en una ocasión admirados: “Aún los demonios se nos sujetan en tu nombre”; y El les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lc.10:17-19). Así que tenemos autoridad sobre el diablo, pero también la promesa de que no dañará nada de lo que es nuestro.


ORACIÓN DE FE ANTES DE DORMIR

     He aquí una oración que puedes hacer cada noche: “Amado Padre, gracias por este día que nos diste. Te pedimos que veles nuestro sueño y nos des un buen descanso. Mientras nos acostamos aquí, también nos colocamos en las palmas de tus manos, porque allí estamos seguros. Líbranos de toda violencia física y espiritual en esta noche. No permitas que el diablo entre siquiera a nuestros sueños. Pon ángeles eslabonados alrededor, por encima y debajo de esta casa, tan unidos que no permitan ninguna penetración maligna, y así mismo tus columnas de fuego ardiendo. Cubro esta propiedad con la sangre de Jesucristo y cada ventana con tu aceite divino. Cúbrenos con una nube de gloria. Y así, Señor, te pedimos que extiendas esta misma bendición sobre todos nuestros familiares y sobre todo tu pueblo. Lo pedimos y recibimos en el nombre poderoso de Jesús. Amén.”

     Procede a repetir Salmos 3:5,6 y Salmos 4:8. Pon tus manos sobre tus hijos y di: “Yo te bendigo con toda bendición y te cubro con la sangre de Cristo”. Acto seguido, duerme tranquilo, sabiendo en las manos de Quién estás. Al siguiente día, levántate contento y en paz, dando gracias a Dios por el privilegio de abrir de nuevo los ojos. Amén.


¡RECIBE PAZ, EN EL NOMBRE DE JESUS!

DIOS BENDIGA CADA HOGAR DONDE SE LEAN ESTAS PALABRAS. ¡AMEN!



(2012) Ariel Romero López

Yorumlar


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