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LA IGLESIA EN CASAS

VALORANDO LO PEQUEÑO

Nunca menospreciemos lo que Dios puede hacer en un grupo pequeño de personas, reunidos en una casa, por ejemplo. Los primeros cristianos no contaban con templos, sino hasta algunos siglos después del nacimiento de la Iglesia en Jerusalén, así que la actividad evangelística y misionera sucedió en los atrios del Templo judío, en las calles y los anfiteatros de las ciudades romanas, ¡o prácticamente en donde quiera que se daba la oportunidad! Pero muy en especial, según el registro bíblico, grandes y maravillosas cosas de parte del Espíritu Santo sucedieron en las casas de las personas que abrieron su corazón al Evangelio de Cristo.

El propio Día de Pentecostés sucedió en el Aposento Alto, o piso superior de una casa de buen tamaño, donde "de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados” (Hch.2:2). No exageramos al afirmar que la Iglesia Cristiana se originó en una casa donde los discípulos se dieron cita para esperar la promesa del Espíritu Santo.


PODER DE DIOS EN CASA

He aquí, en orden bíblico, una lista de diez casas normales de personas comunes donde acontecieron sucesos trascendentales para el desarrollo del plan de Dios de alcanzar a las personas con la salvación:

  1. Las casas de Jerusalén: “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hch.2:46). “Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo” (Hch.5:42).

  2. Las casas “de Mileto a Efeso”: “Y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas” (Hch.20:20).

  3. La casa de Ananías: “Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo” (Hch.9:17).

  4. La casa de Cornelio: “Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus palabras” (Hch.10:22).

  5. La casa del carcelero de Filipos: “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hch.16:31-34).

  6. La casa de Lidia: “Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los hermanos, los consolaron, y se fueron” (Hch.16:40).

  7. La casa de Pablo: “Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento” (Hch.28:30,31).

  8. La casa de Priscila y Aquila: “Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo” (Rom.16:3-5). “Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor” (I Cor.16:19).

  9. La casa de Ninfas: “Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa” (Col.4:15).

  10. La casa de Filemón: “Y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa” (Fil.1:2).

REGRESANDO A LO PEQUEÑO

En estos tiempos en los que se valora mucho la cantidad y se busca ministrar a multitudes, podríamos estar a punto de perder la valiosa oportunidad de conocer a las personas cara a cara, y hasta desaprovechar el poder que existe en atenderles según sus necesidades particulares. Jesús se dio el tiempo de predicar a las masas, pero también de discipular a doce y atender a Nicodemo y a la samaritana... personalmente.

Cuando se no hace el llamado de predicar, casi siempre pensamos en preparar un sermón y exponerlo detrás de un púlpito en alguna iglesia; pero bien podría ser acudir a visitar a un hogar o reunir a algunos amigos en casa para compartirles la palabra de Dios.

Como dije al principio, nunca menospreciemos lo que Dios puede hacer en un grupo pequeño de personas, reunidos en una casa, por ejemplo.

El reino de Dios se extiende “una persona a la vez”.


ARIEL ROMERO LOPEZ

(c) 2021



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