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HACIA LA ESTATURA ESPIRITUAL

Tanto en lo físico como en lo espiritual, todos comenzamos siendo niños; pero hay que salir de allí, y pasar por la adolescencia y la juventud hasta llegar a la madurez de un adulto. Todos debemos transitar por el mismo proceso, desde ser niño, luego adolescente, un joven y finalmente un padre.


¿Es malo ser niño? No, pero es anormal quedarse allí, ¿no es cierto?, porque la meta es la madurez. La Biblia dice: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño” (I Cor.13:11). Todos debemos llegar “a la medida de la plenitud de Cristo” (Ef.4:13). “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección” (Heb.6:1).


¿POR QUÉ SE ENSEÑA MADUREZ?

Los motivos por los cuáles debe enseñarse la madurez de todo creyente son básicamente cuatro:

  1. Es uno de los temas mas recurrentes en el Nuevo Testamento, y parte integral de las enseñanzas de los apóstoles.

  2. Es vital contar con cristianos maduros para la buena salud de la iglesia y de la familia.

  3. Se necesitan cristianos maduros para ganar al mundo y para extender el reino de Dios en la tierra.

  4. Somos llamados a ser un reflejo de todo lo que Cristo es, “en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (I Tim.4:12).

Las enseñanzas en los sermones de los pastores siempre redundarán (una y otra vez) de regreso a este importante tema.


¿QUÉ TAN MADUROS SOMOS?

Para avaluar cual sería nuestro estado de madurez espiritual, hagámonos las siguientes preguntas:

  • Hombre: ¿Tu vida refleja la conducta de un adulto o de un niño?

  • Mujer: Como esposa o madre, ¿Tus reacciones reflejan madurez o inmadurez?

  • Joven y señorita: ¿Eres capaz de manejar la libertad y las responsabilidades que reclamas como si fueras una persona grande?

  • Líder: ¿Trabajas mediante palabras que reclaman sumisión o mediante acciones que provocan cooperación?

  • Padre: ¿Conduces a tu familia mediante imposición o mediante inspiración?

  • Creyente: ¿Reflejan tus reacciones y decisiones una vida nueva, o sigues reflejando las cualidades de tu vida antigua?


¿MADUREZ O INMADUREZ?

Las características de los cristianos maduros e inmaduros son muchas, y se manifiestan en diferentes aspectos de la vida de las personas, pero he aquí algunas que tienen que ver con la estatura cristiana desde el punto de vista de la madurez del carácter.

Cualidades de los inmaduros:

Algunas de las manifestaciones de la inmadurez espiritual en las personas son:

  1. Miran al hombre, no a Dios. Siguen a los cristianos, no a Cristo.

  2. Pasan atacando a otros. Pareciera que “se vengan de la vida” o que están peleados con el mundo todo el tiempo.

  3. Culpa a otros por su condición y no asumen su propia responsabilidad.

  4. Se defienden o contraatacan cuando se les confronta para su crecimiento personal. Olvidan que la confrontación no es provocación.

  5. Hablan mucho, pero escuchan poco. 95% de las personas que buscan ayuda pastoral solo quieren ser oídos, pero no se dan el tiempo de escuchar. Recuerde: Solo nos desahogamos cuando hablamos, pero solo crecemos cuando escuchamos. Cualidades de los maduros:

Por otra parte, algunas de las señales de la madurez en el cristiano son las siguientes:

  1. Son difícilmente ofendibles. Toman las cosas con cordura.

  2. Procrean hijos espirituales, es decir, ganan y discipulan a otros en la fe.

  3. Son humildes. Entre más saben, más se dan cuenta de cuánto le falta por aprender.

  4. No les afecta la crítica, pero tampoco la adulación.

  5. No están intentando cambiar a los demás, sino entender a los demás e inspirar a otros.


¿ALMÁTICOS O ESPIRITUALES?

Ser un cristiano maduro es lo mismo que se ser un hombre espiritual. La dinámica de madurez-inmadurez cristiana tiene que ver con la lucha alma-Espíritu. El ser controlados por las emociones es contrario a ser controlado por el Espíritu Santo. “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley” (Gal.5:16-18).

Así, pues, todos los pecados de la carne son signos de inmadurez, mientras que el fruto del Espíritu es signo de madurez, como se describe en Gálatas 5:19-26, que dice: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”.


JOB: UN EJEMPLO DE MADUREZ

Aunque el término “perfecto” se aplicó a varios hombres de Dios en la Biblia (como Noé, en Génesis 6:9), la expresión “varón perfecto”, que designa a Cristo en Efesios 4:13, es aplicada también a Job, quien se comportó con una estatura de ecuanimidad impresionante. De él se nos reportan algunas marcas de sensatez excepcionales (Jb.1:8,22; 2:3,10; 42:10). En Job 1:8 “Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra?”

  • Fue varón perfecto.

  • Fue recto.

  • Fue temeroso de Dios.

  • Fue un hombre apartado del mal.

  • Aceptó con aplomo los tiempos buenos y los malos.

  • No pecó en corazón.

  • No pecó con sus labios.

  • Retuvo su integridad.

Y además de esto, ayudó los demás:

  • Ubicó emocionalmente a su esposa.

  • Oró perdonando a sus amigos.

¡Vaya ejemplo de madurez! ¡Todo un referente del cual podemos aprender! Job era estable, decidido, fiel, confiable, predecible, incólume, sereno y serio con su fe.

La madurez espiritual también es llamada perfección cristiana, y todos somos llamados a practicarla. “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Gen.17:19). “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt:5:48). (Compárese con Fil.3:12-16; Heb.6:1,2).


PEDRO: UN EJEMPLO DE INMADUREZ

Por otra parte, no debemos ser como Pedro, quien al principio fue arrogante, hablador y presumido, pero que cuando fue puesta a prueba dejó mucho qué desear, no llenando la medida de la altura espiritual que se esperaba de él.

En Mateo 26:31-35 se nos dice que: “Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas. Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.”

Sin embargo, luego Mateo 26:74,75 dice que: “Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.”

En su inmadurez, Pedro confiaba en su fuerza, era pronto para hablar, se comprometía “al vapor” y era altamente emocionalista e impulsivo, no usando mucho la razón y el discernimiento. No aplicaba el principio que más tarde enseñó Santiago: “Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo” (St.1:19; 3:2).


ELEMENTOS VITALES PARA MADURAR

Para pasar de niño a adulto es necesario contar con los siguientes elementos, y no se puede llegar a ella si nos falta alguno de estos:

  • MODELO. Nuestro modelo es Cristo, y la madurez cristiana significa ser como Él. “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef.4:13). ¡Somos llamados y destinados a ser como Él!, por lo que debe ser nuestro propósito de vida. “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Rom.8:29). “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Jn.13:15).

  • MEDIDA. Nuestra regla suprema es Palabra de Dios, que tiene el poder de indicar el camino. “y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (II Tim.3:15-17). Ella es un espejo en cual mirarnos, y mejorar. “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (St.1:25).

  • MAESTROS. Estos son los múltiples ministerios que Dios levanta, y de los cuales podemos aprender el camino. “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Ef.4:11-16).

  • MENTORES. Estos son los ministros paternales mas cercanos, y con quien tenemos una relación de “permiso pastoral”, quienes nos conocen y nos pueden corregir. “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros” (Fil.3:17). “Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” (I Cor.4:15).

Las reuniones de discipulado en grupos pequeños, por ejemplo, son un excelente instrumento de Dios para proveer estos elementos, y hacerlos accesibles a todos, pero en sí cualquier entorno que los reúna es útil para nuestro buen crecimiento espiritual.


PRÁCTICAS QUE LLEVAN A LA MADUREZ

¿Cuáles son las formas de madurar? Hay cuatro prácticas infalibles:

  1. EVALUACIÓN. Compararse cada día con el varón perfecto, Cristo, no con otros. Este es el verdadero enfoque.

  2. ASOCIACIÓN. Intencionalmente, pasar más tiempo con otros más maduros que nosotros en una relación de discipulado.

  3. CESIÓN. La madurez no se consigue por medio de la ministración o la imposición de manos, sino a través de la rendición rutinaria del control a Dios (“una y otra vez”, periódica y consuetudinariamente, por así decirlo).

  4. CRUCIFIXIÓN. Vivir en el Espíritu, “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Rom.8:13).


¡VAMOS ADELANTE!

La orden de Dios es: ¡VAMOS HACIA LA ESTATURA!, “a la medida de la plenitud de Cristo” (Ef.4:13). Que este sea nuestro enfoque de vida. Repito: Todos comenzamos siendo niños (tanto en lo físico como en lo espiritual), pero hay que salir de allí, y pasar por la adolescencia y la juventud hasta llegar a la madurez de un adulto.

De esta forma honraremos a Dios, brindaremos gloria a Su nombre y llegaremos fruto para su Reino.


Por:

ARIEL ROMERO LÓPEZ

Pastor General - Ministerio Vino y Aceite Internacional


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34 VERSÍCULOS ACERCA DE LA MADURÉZ CRISTIANA:

Mt.5:48

Mt.19:17

Mt.23:23

Jn.15:5,8

Rom.5:2

Rom.7:22-24

Rom.8:7,29

Rom.12:2,3

Rom.14:17

I Cor.2:6,12

I Cor.3:1-3,18

II Cor.4:16

I Cor.5:8

I Cor.12:31

I Cor.13:11

I Cor.14:20

II Cor.13:4-7

Gal.5:6,22-25

Gal.6:1

Ef.2:10

Ef.3:16

Ef.4:11-16

Col.2:13,14

Col.3:1,2-5-10

Fil.2:12,13

Fil.3:8,12-15

Tit.2:14

Heb.5:12-14

St.1:2-4

I Pe.2:2

II Pe.3:14,18

I Jn.3:2

Escríbeme una nota. Déjame saber qué piensas.

Gracias por escribirme

© Ariel Romero Lopez

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