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HACED DISCÍPULOS: El Mandato

Alguien dijo alguna vez que “Dios no está buscando mejores programas; él está buscando mejores hombres”. Sin embargo, a menudo, hacemos lo contrario (como iglesia), concentrándonos más en desarrollar sistemas ministeriales que en madurar personas hacia la estatura de Cristo.

En su tiempo, la iglesia primitiva, sin tener los recursos que poseemos actualmente, era más eficaz que nosotros en cumplir la Gran Comisión de Cristo, ¡y en muchos aspectos no hemos llegado ni a igualarla!


EL "MENSAJE" Y EL "MÉTODO"

Jesús nos dio el mandato de discipular: "Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mt.28:18-20).

Esto define desde desde un principio la fórmula para ganar al mundo (o sea, discipular), y no deberíamos creernos tan sabios como para alterarla. En muchos casos solo hemos proclamado el MENSAJE de Cristo, dejando de lado el MÉTODO que él nos dijo que usáramos para hacerlo.


TAL COMO SE HIZO EN LA BIBLIA

Después de la vida discipulante de Cristo (el mentor espiritual por excelencia), la experiencia discipuladora intencionada fue la práctica de los hombres que Dios usó con poder para transformas personas, familias y comunidades. Pablo, por ejemplo, viajó extensamente para discipular a otros creyentes, entre ellos Timoteo, a quien enseñó con el testimonio y las palabras durante las vivencias que compartió con él. A su vez Bernabé, colaborador de Pablo, desempeñó un papel alentador en la vida de muchos discípulos, incluyendo a Juan Marcos. Y así sucesivamente, la Biblia menciona muchos casos de hermanos que desempeñaron un rol trascendente en la formación espiritual de otros.


UN PROCESO INFALIBLE

Acoplémonos a la verdad espiritual acerca del discipulado, como un proceso infalible, el trabajo más noble de la iglesia, el eficaz instrumento intemporal para el crecimiento de los creyentes y la expansión universal de la fe. Desglosemos los principios plasmados en la Escritura que constituyen el diseño divino para la iglesia, el cual necesita enseñarse, repetirse y evaluarse, vigilando que siempre se continue en él.


APOYAR AL OTRO: LOS MÁS ESENCIAL

Comenzando con lo elemental, cuando la iglesia se concentra en tomar "de la mano" a los conversos con afecto fraternal e intencionalidad de llevarlos hacia la adultez, ella se mantiene en lo esencial, y así entonces puede deshacerse de lo accesorio, que la distrae de su objetivo. Este proceso comienza en pequeño, pero al pasar el tiempo propicia el crecimiento más sostenido posible, porque provee generaciones subsecuentes de cristianos maduros, quienes después pueden enpoderar a los demás de forma efectiva (Mr.4:30-32; II Tim.2:2).


EL AMOR FRATERNAL ES LA CLAVE

El discipulado inicia inspirado por el amor y el buen testimonio de los "hermanos mayores en la fe", que provoca que los que vienen detrás de ellos les concedan irles corrigiendo su conducta y pensamiento, conformando su estilo de vida al de Jesús. Este proceso se basa en desarrollar relaciones, y nos permite conocer a cada hijo de Dios individualmente; así podemos proveerles el consejo adecuado a su condición y a su momento, evitando emitir indicaciones aleatorias, que no dan resultado.


DANDO BRILLO, SIN BUSCAR BRILLAR

Ya que, por encima de reconocimientos y rangos, los discipuladores procuran más una vida ejemplar que refleja a Cristo y la oportunidad de apoyar  a otros con sinceridad, son de gran utilidad para motivar a los discípulos durante el proceso de cambios que produce imagen de Dios en ellos, así sea al nivel “uno a uno”, donde nadie ve ni aplaude, pero donde uno es vulnerable y accesible, “hasta que Cristo sea formado” eficazmente en los otros (Gal.4:19; I Cor.13:1-3; Col.1:28).


SER "PEQUEÑOS": CLAVE PARA SER GRANDES

El discipulado hace a nuestras iglesias más grandes cada vez por su alcance exponencial, pero a la vez “más pequeñas” en su atención personalizada, pues mientras procuramos alcanzar multitudes también mantenemos sana la multiplicación, gracias al cuidadoso acompañamiento de los que van creciendo. Pero la iglesia cumplirá este papel solo si logra transferir la responsabilidad del discipulado hacia los creyentes, mas allá de los ministros, quienes (en esencia) son capacitadores de los miembros del Cuerpo para realizar “la obra del ministerio” al mundo, “enseñándoles” a caminar obedientes a Cristo, y “enviándolos" a discipular (Mt.28:20; Rom.10:15; Ef.4:12).


CREAR LA CULTURA PROPICIA

El mentoreo espiritual es el enlace para pasar de ser iglesias frías hasta convertirse en verdaderas familias conformadas por hermanos que se conocen tal cual son, y quienes se autoconciben como responsables del crecimiento mutuo. Pero esto necesita convertirse en una cultura en la iglesia, que promueva un compromiso total para con la misión de Cristo, como una expectativa sobre cada creyente.


SOBREVIVIENTES DEL FUTURO

Se puede decir con gran seguridad que las iglesias basadas en el discipulado serán las que sobrevivirán cualquier cosa que venga en los tiempos futuros, por encima de las que se basaron en otras actividades. Esta forma de vida de la iglesia es la bomba explosiva que traerá la reforma espiritual y la revolución cultural que tanto necesita nuestro tiempo.


Por:

ARIEL ROMERO LÓPEZ

Presidente Fundador – Ministerio Vino y Aceite Internacional

 (C) 2024


Nota: Artículo adaptado del escrito para el Prefacio de la versión en español del libro "El Mentor Espiritual" escrito por el Dr. Jim Grassi.


 

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