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MI DIOS ES DIOS DE GUERRA

El reformador judío Nehemías, escribió: “Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas” (Neh.4:14).


Mi Dios es un guerrero, y quiere enseñarnos a pelear.

Hoy existen muchas voces en le mundo cristiano que nos dicen que debemos dejar las cosas como están, aunque sean malas o desagradables, y no tratar de modificarlas.

Estos son los predicadores que enseñan que “no confieses”, “no declares”, “no afirmes”, “no decretes” y “no arrebates”, bajo el argumento de que “Dios es soberano”, y que "de todas maneras El va a hacer lo que quiera", al final.

Al oírlos predicar así, muchos creyentes no se dan cuenta o no saben que estos predicadores (por lo general) pertenecen a un tipo de iglesia de las que sostienen a una doctrina muy antigua, llamada el calvinismo, la cual (aun en medio de algunas cosas buenas que sostiene), debemos saber que infiere varias cosas interesantes (que menciono con el afán de aclarar):

  1. Que Dios ya determinó todo, y que nosotros somos meros marionetas de Dios, casi son voluntad propia ni margen de decisión en la vida, mas bien solo siendo títeres de quien ya lo tiene absolutamente todo escrito y decido de antemano.

  2. Que por más que nosotros hagamos no podemos cambiar nada, con casi un fatalismo “tipo Eclesiastés de Salomon”, quien dijo que “debajo del sol” nadie pueda añadir o quitar nada a los que Dios ya decidió.

  3. Que "rendirse a Dios" en fe significa aceptar las circunstancias, tal y como nos las encontramos.

  4. Que no debemos “ilusionar” a las personas con la idea de que pueden cambiar o mejorar algo.

  5. Que la respuesta personal a la salvación y el destino eterno de los hombres, incluso, es algo ya determinado e incambiable por parte de Dios, quien ya decidió de antemano quienes serían salvos y quienes quedarían perdidos eternamente.

  6. Que ya no tenemos poder alguno sobre los demonios ni sobre las enfermedades, y que ya no existen los milagros.

Pero, ¿realmente no podemos cambiar nada de lo que experimentamos o vivimos en esta vida? ¿Qué significa que Dios es soberano y cómo definimos su soberanía?

Nosotros sabemos y podemos estar confiados en que Dios es soberano. Definimos su soberanía como el atributo mediante el cual Dios puede hacer lo que le place, sin pedir permiso a nadie, y sin impedimento.

Sin embargo, sabemos que:

  1. Dios determinó inquebrantablemente los eventos principales del universo y de la historia del hombre, los cuales el hombre no puede cambiar; sin embargo, en medio de todo esto, Dios dejó un grande margen de acción dentro del cual el hombre puede operar, bien o mal, sin que este espacio de acción se exceda de manera que se altere su propósito general y su destino final.

  2. Que Dios decidió trabajar con el hombre, aunque pudo haber escogido trabajar sin él o sin tomarlo en cuenta, y es aquí donde entra, por ejemplo, el papel de la intercesión, en el que dialogamos con Dios y porfiamos para cambiar las circunstancias. 

  3. Que el libre albedrío es un real, aun hasta el punto de poder decidir nuestro destino eterno, sea el cielo o el infierno, y que Dios respeta (aún con gran dolor) el uso y ejercicio de tal regalo que él nos prodigó.

  4. Que Dios quiere que su pueblo seamos transformadores no solo ejecutores, fieros guerreros y no pasivos espectadores en esta vida, que hagamos guerra contra las cosas desagradables y dañinas que nos aquejan, y que nos ha dado herramientas de las cuales podemos echar mano para ello.

  5. Que tenemos una autoridad sobre los demonios y sobre las enfermedades, las cual Jesús nos dio para que la usáramos en poder cumplir con nuestra misión de ministrar al mundo dolido; y que creemos en milagros.


PREDICADORES DE LA “PAUSA” Y DE LA “ASIMILACION”

Una ocasión escuché a un pastor platicar un testimonio de una mujer que rogó a Dios permitirle vivir a sus bebes gemelos moribundos, los cuales al crecer se convirtieron en unos grandes delincuentes. Su comentario fue que hubiera sido mejor que esa madre no orara, y que estos niños no vivieran, a que “convenciera” a Dios de que se los dejara vivos, solo para que fueran una pena y una dificultad para la sociedad. 

Este hombre, incluso, enseñaba a no orar, y otras cosas, como que "Jesús realmente nunca ayunó", ya que según dice la Biblia, “he aquí venían ángeles y le servían”.

Cuando este hombre estaba predicando en nuestra iglesia local en la que crecí, recuerdo que mi madre (quien oró por mi para el milagro de resurrección y sanidad completa que Dios obró en mi vida), se levantó en plena enseñanza de este hombre, y le dijo: “Usted nos está quitando lo único que tenemos para pelear, el ayuno y la oración; y el único que yo se que desea que no oremos ni ayunemos es Satanás”. ¡Me sentí orgulloso de mi madre! ¡Mi madre era una guerrera!

Ay de aquellos predicadores “concecionistas” ante el diablo, quienes enseñan al pueblo de Dios a rendirse y a no pelear.

Es un espíritu demoniaco, que te dice que aceptes todo lo que llega a tu vida, como si todo viniera de parte de Dios, que aceptemos la sociedad como la encontramos, que “respetemos” tanto el estilo de vida pecaminoso de las personas y que no las incomodemos, que dejemos a nuestras membrecías de iglesia hacer lo que quieran y a los hijos de Dios vivir como quieran, ya que si de todas mas maneras Dios decidió que fueran salvos al final lo serán de todas formas, etc.

Escuche: Satanás quiere a un pueblo cristiano pasivo. No sea usted una persona pasiva.


YO SI CONFIESO, YO SI DECLARO, YO SI DECRETO

Aunque nos critiquen, y hayan predicadores enseñando al pueblo de Dios a no usar sus armamentos, de todos modos en innegable que existe un gran poder en las declaraciones de nuestra boca. El demonio lo sabe, y por eso quiere pararnos. CONFESAR, DECLARAR Y DECRETAR son utilidades compatibles con la Biblia, y aquí varios ejemplos:

  • CONFESAR: "Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová; He aquí, he puesto mis palabras en tu boca” (Jer.1:9).

  • DECLARA: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Mr.11:23).

  • DECRETO: “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Jos.24:15).

DIOS DE GUERRA, PUEBLO DE GUERRA

Todas las Sagradas Escrituras están entretejidas en el tema de la guerra de Dios y de su pueblo contra las fuerzas del mal: 

“Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre” (Ex.15:13). “Estas, pues, son las naciones que dejó Jehová para probar con ellas a Israel, a todos aquellos que no habían conocido todas las guerras de Canaán; solamente para que el linaje de los hijos de Israel conociese la guerra, para que la enseñasen a los que antes no la habían conocido” (Jue.3:1,2).


NUESTRAS ARMAS

La Biblia nos habla de esas armas con las que contamos para pelear:

“Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra” (Sal.144:1).

“En palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra” (II Cor.6:7).

“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (II Cor.10:4).

“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Ef.6:13).


POR QUE LUCHAR

Pueblo de Dios: Confiesa, declara y decreta, usa todo lo que está a tu alcance. No cedas ni te rindas a merced de tus circunstancias. ¡No tienes por qué rendirte! Recuerda que si estamos arrodillados ante Dios, estamos de pie frente al enemigo. Haz guerra por tu destino, por tu familia, por la salvación de tus seres queridos, y hasta por los destinos de tu nación. "Pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas” (Neh.4:14).


INTERCESION

La oración, en sí, es una batalla también. ¿Eres tú un guerrero, como tu Dios es guerrero?

“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé” (Ez.22:30).

“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;

por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (II Tim.2:1,2).



(c) 2020 Ariel Romero López

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