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DEBIL PERO FUERTE

¿Cómo te miras a ti mismo hoy? ¿Te consideras una persona de carácter fuerte o débil? ¿Qué tan resistente crees que eres?

Una realidad que podemos todos experimentar día a día es la fortaleza espiritual que Dios nos ofrece para resistir y vencer lo que se presente, o para manejar situaciones que para otros son imposibles… especialmente cuando nuestras capacidades naturales se agotan, o cuando llegado a nuestro límite.

En cierta forma, la fortaleza de Dios es algo que ya tenemos a través de Su Presencia; pero además, en otra forma, es algo que él nos imparte cuando necesitamos un extra; sin embargo, adicionalmente, también es algo que se aprende, conforme uno se fortalece en relación con Él paso a paso. Gracias a Dios… también se aprende a ser fuerte.

En estos tiempos de gran dolor, en los que casi todos hemos tenido pérdidas irreparables y hemos sido expuestos a experiencias demasiado desafiantes, debemos reforzar nuestra conexión a la fuente de todo poder, Dios mismo, porque con él estamos más sólidos que una roca.

¡Te sorprenderán las montañas que puedes escalar y los mares que podrás atravesar con Su ayuda!


LA FORTALEZA DE SAN PABLO

El apóstol San Pablo era un verdadero ejemplo de poder divino puro actuando en su vida, pero esto era razón de que él siempre estaba consciente de su debilidad, ¡además de que la reconocía y la expresaba si nada de pena! Su confianza, por lo tanto, dependía solo en Dios. Se puede decir, por sus propios testimonios, que él era una persona muy débil, pero demasiado fuerte a la vez.

Al menos en cuatro aspectos de su vida, él daba toda gloria a Dios por la capacidad de aguante y resistencia que experimentaba… ante la carne y frente a las pruebas, así como en su ministerio y en la guerra espiritual.


1) DEBIL Y FUERTE ANTE LA CARNE:

INTEGRIDAD EN MEDIO DE LA DEBILIDAD

El apóstol permanecía en integridad aún en medio de la debilidad. Se mantuvo puro para servir y agradar a Dios, mientras que reconocía su incapacidad personal.

¿Cómo es que Pablo seguía siendo usando tan grandemente por Dios como predicador y apóstol, mientras él mismo se confiesa tan falto?

En Romanos 7 el revela los siguientes hechos acerca de su persona:

“Soy carnal” (v.14).

“Soy vendido al pecado” (v.14).

“Hago lo que aborrezco” (v.15).

“En mi carne no mora el bien” (v.18).

“En hacer el bien no está en mi” (v.18).

“No hago el bien que quiero hacer” (v.19)

“Hago el mal que no quiere hacer” (v.19).

“El pecado mora en mí” (v.20).

“El mal está en mí” (v.21).

“Reconozco una ley en mis miembros que se revela contra el Espíritu Santo”

“La ley que han mis miembros me lleva cautivo a la ley del pecado” (v.23).

“Soy miserable” (v.24).

“Con mi carne sirvo a la ley del pecado” (v.25).

Esos versículos nos dan la impresión de los escribe un hombre que cae constantemente en el pecado. Entonces, ¿cómo puede servir a Dios y permanecer en comunión con el, considerarse al mismo tiempo siervo de Dios?

En primer, lugar tenemos que Dios miraba la obra de Cristo en él, y él se concentraba en la óptica de esa obra.

En segundo lugar, lo que está queriendo decir al sincerarse es que está muy consciente de sus debilidades y que se reconoce rodeado de debilidad.

En tercer lugar, vemos que las pasiones que habitaban en él no le impedía llevar una conducta intachable, porque dependía de apoyo del Espíritu Santo, no de su propia fuerza.

Al final de esta humilde reflexión, el apóstol dijo: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado” (Rom.7:25).


2) DEBIL Y FUERTE EN LAS PRUEBAS

El apóstol Pablo también era muy fuerte en las pruebas, por la gracia de Dios, pero estaba igualmente consciente de su gran inhabilidad para lograr superar todas las cosas por su propia cuenta.

En una de sus cartas a los cristianos corintios les escribe unas palabras en las que reconoce su mezcla de debilidad y de poder a la vez.

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte” (II Cor.1:3-10).

Son muchas las ocasiones en esta vida en las que las pruebas nos rebasan las fuerzas. Pero allí es donde está Dios para librarnos con su poder y con su amor.


3) DEBIL Y FUERTE EN EL TRABAJO DE DIOS

Pablo dependía totalmente de la gracia de su Señor y Rey para realizar su obra misionera y evangelística, a través de la cual llevaba la palabra de salvación a tantas personas en tantas regiones habitadas.

En una ocasión escribió a los creyentes: “Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica” (II Cor.3:2-6).

Como vemos aquí, el Padre le concedió un gran poder a Pablo, y también nos los dará a nosotros.

4) DEBIL Y FUERTE EN LA GUERRA ESPIRITUAL

¿Y cómo vivía San Pablo su realidad interna, procesando dentro de su alma toda la batalla mental que tenía que enfrentar para romper territorios nuevas para la predicación de la Palabra, peleando por la salvación de tantas almas? El escribió algo de esto cuando:

”De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades. Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (II Cor.12:5-10).


ENFOCANDO LA VICTORIA DE DIOS

(Escribí esto en el año 2005 en la Ciudad de Nogales, Sonora, México, después de un intenso ataque espiritual que viví al andar por allá ministrando. ¡Se relaciona tanto con este tema!, y además viene a colación).

Si nos fijamos bien, las pruebas sirven de mucho; pero antes que revelar una gran flaqueza, vienen a revelar una gran fortaleza.

La flaqueza, en realidad, nunca fue una verdadera revelación o sorpresa en cuanto a Dios. iPorque siempre estuvo allí!

Pero lo que no se había convertido en una revelación para el creyente era la fortaleza que existe en su interior.

Después de una prueba, tentación, situación imposible o examen de cualquier tipo que viene a nuestra vida, Dios no se empeña en señalar la parte que era débil, sino en alabar y gozarse sobre la parte que es fuerte en nosotros.

Esto también lo vemos en el caso de Job, por ejemplo, a quien antes de la prueba a la que sería sometido, Dios lo alaba y lo reconoce, diciéndole a Satanás: “¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8).

Dios no se enfoca en lo que el creyente (de antemano falto), era y es incapaz de hacer sometido a ciertas circunstancias difíciles.

Pero por otro lado, Dios sí se enfoca lo que el creyente, sin saber antes lo fuerte que era, es capaz de lograr en medio de esas circunstancias.

Repito: ¡Dios ya sabía las áreas necesitadas del creyente, pero el creyente no sabía sus áreas fuertes!

El buen resultado de la prueba es, entonces, no que el creyente sea mostrado como débil, sino que queda calificado como victorioso, porque después del examen de sus luchas, puede celebrar su espíritu de oración, su clamor, su aferrarse más a Dios. Ahora quedó de manifiesto su espíritu recto, la actitud de no querer ceder, su amor por Dios, su arrepentimiento por las cosas en que flaqueó, su dolerse hasta de sus propios pensamientos contrarios a Dios, y su dolor aún ante la posibilidad de caer o de negar a Dios; quedan de manifiesto sus ganas de ser fiel y su alabanza por cada pequeña victoria obtenida.

¡Todo esto constituye algo que Dios puede presumir ante el diablo acerca de nosotros! ¡Todo esto constituye algo que Dios puede premiar en el creyente!


¡QUE BUENA NOTICIA!

Te aseguro, pues, que Dios está mas interesado en la parte en que luchaste por la victoria, que en juzgar y condenar la parte de tu experiencia en la que fallaste y flaqueaste.

Debe de quedarnos claro que las pruebas y tentaciones permitidas por Dios en nuestra historia no fueron para revelar algo malo en la naturaleza humana del creyente, pues esto él ya lo sabía; mas bien fueron muy útiles para revelar algo excelente que el creyente no sabía: La verdad de su compromiso y su poder de resiliencia en Dios.

¡Esto es tu mayor fortaleza! ¡Esto es verte fuerte, y no débil!


Por Ariel Romero López

(C) 2022


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31 TEXTOS ACERCA DE “DEBILES PERO FUERTES”

Ex.15:2

I Cr.16:11

Jb.1:8

Sal.27:1

Sal.28:7

Sal.43:2

Sal.46:1

Sal.71:3

Sal.84:7

Is.40:31

Is.41:10

Mt.16:19

Jl.3:10

Jn.7:38

Hab.3:19

Hch.1:8

Hch.9:31

Hch.4:31

Ef.1:19-21

Ef.3:16

Ef.3:20

Ef.6:10

I Cor.15:57

II Cor.1:9

II Cor.3:6

II Cor.2:14

II Cor.13:4

II Cor.12:10

St.4:7

I Pe.5:10

Jd.1:24,25

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