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BENDECIDOS PARA BENDECIR - Por Ariel Romero

EL PODER DE LA BENDICIÓN

Recuerdo un momento en la iglesia que pastoreo en el que, al preguntar cuántos necesitaban oración por sanidad, no hubo ninguna sola persona; tampoco cuando pregunté si alguien siquiera tenía algún familiar por el cual orar. ¡No hubo ni uno solo! A diferencia de temporadas anteriores de nuestra historia, nos habíamos convertido en una iglesia de sanos. Impresionado por esto (y hasta dudando si las personas simplemente no habían levantado la mano por alguna otra razón), y consultando a Dios en mi corazón, le escuché decir: “Esto es producto directo de la constante declaración que has hecho de mi Palabra y de la proclamación de mi sanidad sobre ellos”.

Ese día tuve una nueva y fresca revelación del poder que hay en bendición, y partir de allí comencé a caminar en una nueva dimensión.

¡Hay un tremendo poder sobrenatural de victoria que se desata sobre las personas a quienes ministramos, cuando les bendecimos!

Desde ese día, he visto tremendos milagros sobrenaturales ocurriendo en muchísimas personas al bendecirles, y los testimonios que ellos me han dado ha sido impresionantes, de cómo todo cambió para bien a partir de que fueron bendecidos.


ABRAHAM, PADRE DE LA BENDICIÓN

En Génesis 12:1-3 se nos narra que “Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gen.12:1-3).

Podríamos resumir esta palabra en una frase, y sería: “Te bendeciré, y serás bendición”.

Y yo te digo hoy: Si estás en Cristo Jesús, ese es tu destino: ¡Serás bendecido para bendecir!

Ahora bien: Aquí hay dos partes complementarias que Dios promete, y la una no puede existir son la otra. Primero recibes y luego das. Si solo eres bendecido, pero no bendices a otros, te quedas en un nivel egoísta; a la vez, si quieres bendecir a otros primero tiene qué recibir tu bendición. ¡Solo podemos dar de lo que tenemos, y cuando recibimos es para que también podamos ser de bendición!


PUNTOS VITALES ACERCA DE LA BENDICIÓN

Para comenzar a movernos en el poder liberador que trae victoria sobre las personas, tengamos en mente los siguientes hechos bíblicos:

  1. Dios tiene un insaciable anhelo por bendecir a la humanidad (Sal.89:14; 100:5; Jer.29:11).

  2. Dios inventó la bendición para evitar la maldición de la vida (Dt.30:19,20; Gal.3:13).

  3. Dios necesita canales a través de los cuales bendecir (Ex.4:2,3; Jue.6.13-16).

  4. Bendecir a otros es un acto de amor a Dios (Pr.19:17; Mt.25:40,45).

  5. El amor puede enfriarse, dadas las circunstancias (Mt.24:12; Ap.2:4).

  6. A los creyentes a veces se nos olvida lo importante que es bendecir a la gente (Gal.2:10; Heb.13:16).

Hay un intento satánico el día de hoy para parar las acciones de bendición hacia otros. ¡No lo permitas! Sigue en tu asignación de ser un instrumento de Dios. ¡Bendice! Pablo dice: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gal.6:19). “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros” (Fil.2:17).


TODO COMENZÓ EN EL GÉNESIS

Pero el asunto del poder que hay en la bendición no comenzó apenas con Abraham. Desde antes que entrara la maldición del pecado en Génesis 3 (en la caída del hombre hacia el pecado), con tiempo el Señor “bendijo” (o “dijo bienes”) al hombre, para empoderarlo a cumplir con su misión, y asegurar bienestar a sus generaciones subsiguientes: En Génesis 1 dice: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Gen.1:28).

¡Y tampoco esta es la única historia de bendición efectiva que Dios nos dejó registrada como ejemplo, pues también tenemos el caso de Jacod, al final del libro, donde él bendice a cada uno de sus hijos, proclamando lo que vendría sobre ellos en las generación por venir (Gen.49:1). “Todos éstos fueron las doce tribus de Israel, y esto fue lo que su padre les dijo, al bendecirlos; a cada uno por su bendición los bendijo” (Gen.49:28). Desde aquel día, todo el testimonio bíblico habla del cumplimiento exacto de lo Jacob proclamó en fe sobre sus hijos.

¡Qué poderoso!


VEHÍCULOS DE LA BENDICIÓN

Ahora bien, hay tres maneras con las cuales tenemos la capacidad de bendecir a otros, cada una muy útil para convertirnos en un instrumento del poder de Dios:

  1. EMITIR. Esto tiene que ver con nuestra boca. Usa tus palabras para proclamar bendición sobre los tuyos, y sobre aquellos a quienes ministras. El enemigo escuchará tus palabras de fe y de amor, y no tendrá más opción que huir de la escena (Gen.14:18-20).

  2. SERVIR. Esto tiene que ver con nuestras manos. Ayuda, auxilia y presta tu apoyo desinteresado a quienes lo necesiten, así como a la obra de Dios. Podrías hablar y orar incansablemente, pero sin acciones de socorro no lograremos mucho. ¡Acciona y obra en amor! (St.2:14-26).

  3. DAR. Esto tiene que ver con nuestro corazón. La Biblia dice que “donde está nuestro tesoro allí estará también nuestro corazón” (Mt.6:21). Aportemos para la obra de Dios, con el fin de muchos conozcan la salvación eterna que hay en Cristo.

Meditemos: ¿De qué forma estoy siendo un canal de bendición?


“CONTENEDORES” O “CANALES” DE BENDICIÓN

Tenemos en la Biblia un hermoso y poderoso ejemplo de cómo nuestras vidas deben “soltar” lo que les corresponde a otros también, en cuanto a la bendición que estamos llamados a repartir, ¡aunque haya pasado por nuestras manos!, como Josué, que no tuvo inconveniente en entregar lo que había conquistado en Canaán: “Y Josué les echó suertes delante de Jehová en Silo; y allí repartió Josué la tierra a los hijos de Israel por sus porciones” (Jos.18:10).

¡Este debe ser el corazón sensible y sencillo en cada uno de nosotros! Saber cuál parte nos corresponde disfrutar, y luego soltar lo que corresponde a otros. ¡Dios pone cosas en nuestras manos porque confía en entenderemos nuestros papel como administradores de lo suyo! Aleluya. “Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra” (Ecl.11:1,2).


LLAMADOS A BENDECIR

Los hijos de Dios somos llamados a bendecir a las personas. Lucas 4:18,19 habla de la misión que tenemos como emisarios de su buen corazón, emanada de la de Cristo:

El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor.

Usemos toda oportunidad y capacidad para librar a los cautivos.


LA BENDICIÓN DEL SACERDOTE

En tan importante usar nuestra boca para expresar bendiciones sobre los que están a nuestro cuidado, llámense hijos, nietos, amigos, familiares, etc., o bien, a cualquier persona necesitada que Dios pone delante de nosotros.

Números 6:22-27 dice las palabras que el Señor mandó que usara el sacerdote del santuario para bendecir a todo varón del pueblo de Israel que se acercara a ofrecer su adoración. Él la decía con fe, y ellos la recibían por fe, porque era un mandato de Dios.

“Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:

Jehová te bendiga, y te guarde;

Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;

Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.

Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré”.

Esta declaración desataba un tremendo efecto positivo sobre su salud, sus cosechas, su familia, sus proyectos a emprender, y toda obra de sus manos (Dt.28:8). “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos” (Pr.18:21).


¡GRANDEMENTE BENDECIDO!

Como creyente, tú estás inmensamente bendecido. Por tanto, nunca digas que no puedes, que no tienes o que no alcanzas. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef.1:3). “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil.4:13). “Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy” (Jl.3:10).

Conforme más y más te mantengas alerta, consiente y enfocado en la inmensa riqueza espiritual que tienes, nunca pensaras que pierdes tiempo, fuerzas y recursos si bendices a otros (Ef.1:17-19); antes bien, querrás compartir todo el tiempo de las cosas que Dios te ha impartido a ti (Mt.10:8). Y conforme lo haces, podrás experimentar el río de la bendición de Dios fluyendo en ti (Jn.7:38,39). Su unción no debe quedarse estancada en “presas” que la contengan para siempre, sino pasar por “canales” que la dejen fluir para bendecir a muchos (Hch.9:15). “Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas” (Dt.30:14).


ARIEL ROMERO LÓPEZ

(C) 2023

Ministerio Vino y Aceite Internacional


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30+ TEXTOS ACERCA DE LA BENDICIÓN:

Gen.1:28

Gen.12:1-3

Gen.14:18-20

Gen.49:1,28

Ex.4:2,3

Nm.6:22-27

Dt.28:8

Dt.30:14,19,20

Jos.18:10

Jue.6.13-16

Sal.89:14

Sal.100:5

Pr.18:21

Pr.19:17

Ecl.11:1

Jer.29:11

Mt.6:21

Mt.10:8

Mt.24:12

Mt.25:40,45

Lc.4:18,19

Jn.7:38,39

Hch.9:15

Gal.2:10

Gal.3:13

Gal.6:19

Ef.1:3

Fil.2:17

Fil.4:13

Heb.13:16

St.2:14-26

Ap.2:4

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